lunes, 27 de mayo de 2013

Mark Spitz desafió al mundo de la natación con sus bigotes


Los nadadores profesionales de la actualidad suelen afeitarse todo el cuerpo como parte de su desenvolvimiento en el agua, es muy raro ver a uno en estos tiempos con un bigote súper pronunciado como usó Mark Spitz en Múnich 72, en aquellas olimpiadas no solo revolucionó con sus siete medallas de oro, sino también con su extravagante “look”.

Incluso en los años 70, ya era común que los nadadores se depilen para que los bellos no retrasen ni por una milésima de segundo sus recorridos en el agua. Mark Spitz hizo nacer un mito que hasta llegó a ser imitado por una delegación de natación entera. Hace poco más de un año, meses antes de que se cumplan 40 años de su impecable presentación en Múnich, el estadounidense habló sobre aquel hecho curioso.

“Las gafas estaban prohibidas y el gorro permitido aunque no era obligatorio. El bigote fue una decisión personal que tomé durante la misma competición. Sí, mi imagen en Múnich no era la de un nadador tipo, de esos que se ven ahora”, dijo Mark Spitz al ser consultado con su apariencia en aquel entonces.

“En 1972, cuando finalicé mi carrera universitaria, me dejé crecer el bigote. Para entenderme hay que retrotraerse a principios de los 70, un joven de 22 años al que le iba el estilo de pelo largo de los Beatles o los Rolling Stones, era la moda, el look preferido en los jóvenes. Para los nadadores, la vida, en parte, consiste en afeitarnos por completo, para evitar la resistencia del pelo. Pero yo decidí dejarme crecer el bigote. Y durante los trials estadounidenses, un mes antes de los Juegos, y aunque yo pensaba afeitarme, cuando llegué a la concentración todo el mundo se escandalizó al verme. Casi no me daban opciones e incluso algún entrenador me aseguró que con él, no ganaría ni una sóla prueba. Durante los trials batí un par de récords del mundo y pensé que el bigote no me hacía más lento. Y decidí dejármelo poco antes de comenzar los Juegos. Si nadie me hubiera dicho nada, me lo habría afeitado y parte del mito no existiría. Pero decidí dejármelo por el comportamiento de la gente”, contó.

“Yo había ganado ya alguna medalla en Múnich y un entrenador del equipo ruso se acercó a mí y me preguntó si el bigote no me provocaba cierta resistencia al nadar. Yo, en ese momento, decidí gastarle una broma y le dije que todo lo contrario, que al nadar, el bigote impedía que el agua me diera en la boca y tenía un efecto bala. Y por eso nadaba tan rápido. Ese entrenador se lo dijo a todos los entrenadores de la selección rusa y el resultado fue que al año siguiente todos los nadadores rusos lucían un mostacho”, agregó.


“Me lo quité hace algún tiempo. Ahora voy como la gente suponía que debería haber aparecido entonces”, ironizó. 

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